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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro:
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9788426407306
Editorial: Access Consciousness Publishing Company
A partir de una charla en el Parlamento sueco y una huelga estudiantil, la joven Greta Thunberg comenzó a hacer públicos sus pensamientos acerca del calentamiento global y el cambio climático. Directa, consciente y hasta irónica, hay que darle la oportunidad y escucharla. Si aún no tomaste dimensión sobre lo mal que está el mundo, te abrirá los ojos. Estamos complicados, pero aún queda un poco de tiempo. El cambio debe ser ya, ¡empieza por aquí!
“Recuerdo que pensé que era muy extraño que los seres humanos, siendo solo una especie animal más, fuésemos capaces de cambiar el clima de la Tierra. Porque si fuera así y realmente estuviera sucediendo eso, no se hablaría de otra cosa”.
Greta Thunberg empezó a escuchar sobre el calentamiento global a los ocho años. Le dijeron que tenía que apagar las luces para ahorrar energía.
Sin embargo, le llamó la atención que nadie hablara de ello al encender el televisor. A pesar de que el cambio climático fuera un tópico muy importante, nadie lo mencionaba. Greta no le encontraba sentido.
“Y entonces, a los once años, enfermé. Caí en una depresión. Dejé de hablar. También dejé de comer. En dos meses perdí unos diez kilos. Al poco tiempo me diagnosticaron síndrome de Asperger, Trastorno Obsesivo Compulsivo y Mutismo selectivo. Esto último significa, básicamente, que solo hablo cuando lo creo necesario. Este es uno de esos momentos”.
La adolescente explica que quienes están en este espectro no conocen grises, ven todo blanco o negro. Entonces, les cuesta mentir y no tienen demasiado interés por socializar.
Para ella, los autistas son normales y el resto de las personas bastante extrañas.
Esto se nota especialmente en los debates por la crisis de sostenibilidad, donde todos repiten la amenaza que significa el calentamiento global. Pero luego no hacen nada.
“No lo entiendo. Porque si las emisiones tienen que parar, entonces debemos pararlas. Esto es blanco o negro. No hay grises cuando se trata de sobrevivir. O continuamos existiendo como civilización o no. Tenemos que cambiar”.
Por ejemplo, Suecia, su país natal, debería reducir sus emisiones al menos un 15% anual. Así sería posible mantener el aumento de la temperatura por debajo de 2°C.
Debido a lo vital que resulta este aspecto, lo más lógico sería que estuviera en la agenda de los políticos y los medios de comunicación. Sin embargo, no hacen referencias a esto como tampoco a los gases de efecto invernadero que ya están en la atmósfera.
Thunberg menciona que tampoco se habla de la extinción masiva de animales, con 200 especies extinguiéndose por día.
O del principio de equidad o justicia climática expuesto en el Acuerdo de París. Este convenio deja en claro que los países de primer mundo deben reducir las emisiones a cero en un plazo de seis a doce años. De esta forma, la gente de las naciones pobres podrán hacer infraestructuras como las que las demás ya tienen.
La pregunta que realiza Greta es sencilla pero directa: “¿cómo podemos esperar que países como la India o Nigeria se preocupen por la crisis climática si nosotros, que lo tenemos todo, no nos preocupamos ni un segundo por ella ni por nuestros compromisos con el Acuerdo de París?”.
En tanto que la gente sigue haciendo lo mismo que hizo siempre porque no es consciente de que es urgentemente necesario un cambio.
No obstante, “nadie actúa como si estuviéramos en una crisis. La mayoría de los climatólogos y de los representantes de los partidos ecologistas continúan viajando por el mundo en avión y consumiendo carne y lácteos”.
Por esto, por su futuro y el de las próximas generaciones, Greta se sentó delante del Parlamento sueco. Hizo una huelga estudiantil por el clima.
Como ya hay suficientes estudios y análisis de por qué sucede y cómo solucionarla, lo único que queda por hacer para poder salir de esta crisis es despertar y cambiar. No alcanza con charlas que apelen a la emoción.
“Hemos estado soltando discursos motivacionales y vendiendo ideas positivas durante treinta años. Y lo siento, pero no funciona. Porque si hubiera funcionado, a estas alturas las emisiones habrían disminuido. Y no han disminuido”.
La esperanza es necesaria, sin embargo, lo que hace falta en estos momentos es la acción.
“Nadie es demasiado pequeño para marcar la diferencia. Y si unos pocos niños y niñas podemos acaparar los titulares de todo el mundo solo por faltar al colegio, imagínense lo que podríamos conseguir todos juntos si de verdad quisiéramos”.
El único camino para que eso suceda es hablar con claridad del tema. Por más incómodo que resulte.
Greta apunta directamente a los políticos: “No son lo bastante maduros para llamar a las cosas por su nombre. Incluso esa carga están dejando a sus hijos”.
A cambio de las oportunidades de ganar dinero, sacrifican el futuro de la civilización. No un futuro dentro de 200 años, sino el futuro más próximo, el que vivirán sus seres queridos más pequeños.
En uno de sus discursos, Thunberg manifestó que los líderes del mundo no les han hecho caso ni lo harán. Ya no tienen maneras de excusarse y al mundo no le queda más tiempo.
Ella y la gente a la que representa les hablan solo para avisarles que la transformación está pasando. “El verdadero poder pertenece al pueblo”, expresó la activista.
Tanta audacia muchas veces tiene sus partes malas. Como las críticas. No las constructivas, sino los rumores malintencionados y los comentarios de odio.
Empezaron con la huelga estudiantil, la que tuvo que organizar sola porque ni sus padres ni sus compañeros se mostraron entusiasmados con la idea.
“A mucha gente le gusta hacer circular rumores sobre que hay alguien ‘detrás de mí’ o sobre que me ‘pagan’ o me ‘utilizan’ para hacer lo que hago. Pero ‘detrás’ de mí solo estoy yo misma”, aclara.
Si bien ha colaborado con varias organizaciones no gubernamentales que militan políticas ecológicas, se mantiene completamente independiente. Sigue haciendo las cosas de forma gratuita, ni siquiera por colaboraciones económicas.
Asegura que esto último seguirá siendo así. No hay ningún activista que sea parte de esta lucha por dinero.
“Y, sí, escribo mis discursos. Pero como sé que lo que digo va a llegar a mucha gente, a menudo pido opinión”, agrega señalando que, asimismo, pide ayuda a científicos para hablar sobre temas más complejos.
También ha sufrido comentarios agresivos por su diagnóstico. Como ya lo dijo, para ella es un regalo.
“Si hubiera sido ‘normal’ y sociable, me habría apuntado a alguna organización o fundado la mía propia. Pero, como no se me daba muy bien socializar, en lugar de eso, opté por esto. Me frustraba tanto que no se hiciera nada por la crisis climática que sentí que tenía que hacer algo, lo que fuera.
Por otro lado, la atacan por hablar y escribir como un adulto. Como si una chica adolescente no fuera capaz de armar los discursos por sus propios medios.
O que simplifica mucho las cosas. Menciona como ejemplo que “la crisis climática es una cuestión de blanco o negro”, sosteniendo la frase al explicar que es la única manera de salir de esto. Más allá de que es consciente de la complejidad del caso.
Asimismo, la critican por ser apenas una niña y afirman que no hay que escucharla. “Pero eso se arregla fácilmente: empiecen a escuchar en su lugar los sólidos argumentos científicos”, comenta. Si lo hicieran, no tendrían que prestarle atención a unos pequeños.
“Los niños no deberíamos tener que hacer esto. Pero como prácticamente nadie está haciendo nada, y es nuestro futuro el que está en peligro, creemos que tenemos que seguir adelante”.
“Están intentando desesperadamente distraernos de la crisis climática y hacernos cambiar de tema. No quieren hablar de ello porque saben que no pueden ganar esta batalla. Porque saben que no han hecho los deberes. Pero nosotros sí los hemos hecho”.
El problema es que los políticos se enfocan en hablar de las huelgas de estudiantes en vez de hacerse cargo del problema. En lugar de trabajar para disminuir las emisiones y así controlar el calentamiento global.
Desvían la conversación, intentan desconcentrarnos de lo que verdaderamente importa.
Por esta misma razón, Greta explica que necesitamos una nueva política con una nueva economía basada en el rápido descenso del presupuesto de carbono.
Aunque eso no alcanza. Hay que transformar la manera de pensar. Hoy en día lo que se prioriza es ganar, en especial poder. Esto no nos va a llevar a ningún lado.
“Debemos dejar de competir unos contra otros. Tenemos que empezar a cooperar y compartir de forma justa los recursos que quedan en este planeta”, cuenta Thunberg.
“Tenemos que empezar a vivir dentro de los límites de la Tierra, centrarnos en la equidad y retroceder unos cuantos pasos por el bien de todas las especies vivas. Tenemos que proteger la biosfera. El aire. Los océanos. Los bosques. La tierra”.
Si no concentramos todos nuestros esfuerzos en el cambio climático ya, los pequeños logros que hemos obtenido hasta ahora habrán sido en vano.
El IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) elaboró un informe respecto a esto. Llegaron a la conclusión de que en once años se podría producir una reacción en cadena irreversible que escaparía del control humano.
Para ser más claros: significará el fin de la humanidad tal como la conocemos hoy.
La única manera de evitar esto es realizar cambios sin precedentes en todos los aspectos y estamentos de la sociedad durante la próxima década.
Aunque en realidad la situación es aún más desalentadora. Ese sería un primer paso para mantener el calentamiento global a 1,5°C, pero no alcanzaría si realmente se busca proteger el futuro de los niños de hoy.
Se necesita un plan que sea el doble de ambicioso del que está proyectado en este momento para poder reducir los números un 80% al 2030.
Por expresar estos planteos, a Greta la han criticado, por estar luchando por su futuro y el del resto de los niños. Sin embargo, lucha por el de todos.
“Si creen que deberíamos estar en el colegio en lugar de aquí, entonces les sugerimos que ocupen nuestro lugar en las calles y falten al trabajo. O mejor aún, que se unan a nosotros para que podamos acelerar el proceso”, sostiene invitando a los críticos a comprometerse.
Ya no es aceptable quedarse con los brazos cruzados mirando cómo sucede todo, esperando que arribe la esperanza y se solucione todo por arte de magia.
Añade que “no parecen comprender que la esperanza es algo que se gana. Y si aun así insisten en que estamos ‘malgastando un valioso tiempo de clase’, permítanme que les recuerde que nuestros dirigentes políticos han malgastado décadas con su negación e inactividad”.
Resulta paradójico que las personas que menos han contribuido a la aparición de esta crisis vayan a ser las más perjudicadas en un futuro peligrosamente cercano.
“Vivimos en un mundo extraño, donde nadie se atreve a mirar más allá de nuestros sistemas políticos actuales, aunque es evidente que las respuestas que buscamos no las encontraremos en la política actual”.
Greta y un montón de niños y activistas más ya se dieron cuenta de que somos parte de una civilización muy frágil. Con fachadas hermosas y grandilocuentes pero cimientos defectuosos.
Si estamos en las redes sociales o solemos ver los noticieros de la televisión, conocemos a Greta Thunberg.
Esta adolescente sueca recopila sus mejores discursos en “Cambiemos el mundo”, un libro hecho para dejar constancia de su lucha por el cambio climático.
Repasa sus inicios y cuáles fueron los disparadores que la llevaron a hablar en el Parlamento de Suecia para luego dar conferencias en todo el mundo.
Además, responde a las críticas que recibe de forma constante.
Pero más allá de su experiencia personal, deja un mensaje claro: no tenemos más tiempo. Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar y pasar de las palabras a la acción.
El mundo necesita nuestra ayuda. Y la necesita ya.
Nuestro futuro no solo se ve comprometido por el calentamiento global, sino también por el uso que le damos a las nuevas tecnologías. En “Guía para sobrevivir al presente”, Santiago Bilinkis indaga sobre cómo nos han afectado los teléfonos celulares y brinda posibles soluciones a esta temática.
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